Sinapsis:

Sobre Los Diarios de Emilio Renzi: años de formación de Ricardo Piglia

Tiende a pensarse la literatura como metáfora del mundo, como la factura de esa metáfora. Piglia hace el ejercicio inverso en Los Diarios de Emilio Renzi: años de formación (Anagrama, 2015; Debolsillo, 2019) y convierte al mundo en la metáfora de la literatura. Porque el diario es una forma de la misma, tomando en cuenta que el relato de la vida no es necesariamente la vida. Y Piglia, a partir de Emilio Renzi (su alter ego), va hilvanando las piezas de la realidad que recrea con agudeza y meticulosidad.

La consciencia individual del protagonista es llevada al punto en que éste se entiende como agente anónimo de la historia, es decir, un agente que influye en el curso de los acontecimientos desde la invisibilidad que el poder tiende como un manto sobre las masas. Hay un curioso paralelismo entre la historia argentina y la historia familiar: el tratamiento de ambas habla de la visión de alguien que, si bien sabe que sus acciones tienen consecuencias concretas, al mismo tiempo lo convierte en alguien más allá de sí mismo. Como diría Silvio Rodríguez en una frase: “Los hombres sin historia son la historia”.

Como elemento final a destacar -que no agota para nada los recursos del libro- es el tono con que se van hilvanando los hechos, definitorio en todo momento, pero nunca definitivo. No hay una última palabra, si no más bien una primera pregunta. Es difícil encontrar citas y pasajes para demostrarlo, y no es por su vaguedad, sino porque la concatenación de acciones y sucesos es tal, que contar un hecho obliga a contarlos todos. Piglia, definitivamente, puede ser una escuela donde cualquier Narciso puede mirarse y descubrir sus horrores. Pase, lea y cuestione-se.