Demasiado Humano:

Sobre la presencia humana en el Cántico Cósmico de Ernesto Cardenal

“Y si ‘el último enemigo destruido será la muerte’

antes será destruido el egoísmo” Ernesto Cardenal

Recorrer la poesía de Ernesto Cardenal es recorrer la extensa grandeza de la humanidad a través de sus multitudes y sus desmesuras. Recorrer el Cántico Cósmico, es hablar en la diminuta maravilla que constituye en el universo. Indagar en la explicación puede producto de la torpeza o una necedad vestida de inocencia, esto es, sería un afán reduccionista –si ello es posible con su trabajo—más que un trabajo de análisis. Por ello, voy a arrancar con una comparación (de nuevo: insuficiente, pero ilustrativa) que da, al menos, una coordenada de uno de los –múltiples—puntos de entrada de tamaña empresa.

            Si pensamos en relatos de escala humana, ya sea críticos o de retrato, dos ejemplos nos ayudan ponderar, por oposición, la envergadura de la empresa Cardenaliana en su Cántico Cósmico.

            Tenemos, primero, la Teogonía. Constituyendo uno de los primeros registros creacionistas-cosmogónicos de Occidente, el texto en se abre con una lucha de las fuerzas de la naturaleza en virtud del dominio del Orbe. Aquí, la Humanidad y la Condición Humana son una mera circunstancia, breve mención en un ir y venir de poderes y voluntades que buscan neutralizarse y dominar unas sobre otras. Pensado desde una perspectiva historicista, pareciera que los rudimentos de uno de los principios del Romanticismo (la lucha fútil del humano con la naturaleza) aparecen claramente establecidos. Por lo tanto, podríamos decir que la Humanidad es un agente pasivo, si no circunstancial respecto de la creación como totalidad que se proyecta en las páginas del poema.

            Tenemos, en segundo lugar, los Ecopoemas de Nicanor Parra. Totalmente opuesto a la Teogonía, lo humano es el agente central, la fuerza desmesurada de una facultad descubridora conducida por la codicia y la soberbia. La Humanidad aquí es artífice, responsable y protagonista de las calamidades, entendiéndose que el Capitalismo –como sistema e incluso como cosmovisión—es orientado, ejecutado y proyectado como una manifestación humana. Compuesto en 1983, podríamos, al menos, imaginar que hubo una lectura de estos textos previa al Cántico Cósmico. Imaginar no cuesta nada, y al analizar el giro de lo Humano como elemento natural y no escindido de la naturaleza, es decir, como entidad superior cuya diferencia se aloja en la capacidad racional e inventiva por sobre el resto de la naturaleza, vemos que Cardenal concilia lo humano, lo divino y lo cósmico en una sola composición. Entendido así, los Ecopoemas de Parra marcan una ruta que, si bien es difícil confirmar, el nicaragüense vio como un punto de fuga para su épica de la vida y el universo, concentrando en la Humanidad la fuerza mayor, en tanto que materialización del Amor de Dios, además de metonimia de las fuerzas naturales que le rodean.

            Con estas referencias, podemos decir que, en el Cántico Cósmico, la Humanidad tiene una relación metonímica, como se dijo más arriba. Esto es, el humano es agente potencial en el desarrollo del Universo, a la vez que fractal que podría llegar a explicar los principios fundamentales del Universo, constituido –basado en él—por el poder de Dios, materializado en el amor como fuerza creadora.

            Como ejemplo de lo anterior tenemos, entre muchas, dos ideas. La primera, que el amor es planteado en la obra como el principio fundador de la Humanidad; la segunda, el principio de condensación como base de la formación de los cuerpos celestes y, posteriormente, de la vida en el cosmos. Ambos tienen como punto de contacto el principio de unión y, por lo tanto, traza un punto de fuga desde el cual entender el poema: como una épica de la unidad cósmica de la humanidad con Dios; la presencia de Dios como fuerza unificadora del universo; y la vida como resultado de la condensación de diversos elementos que tienen un solo origen y, por ello, son siempre la misma entidad en sus distintos aspectos/cualidades/características.

            Pensando en esto, lo que articularía tal unidad es el movimiento, principio básico del devenir universal. Se puede entender este movimiento –anclando ahora todas estas ideas con el fundamento político de la Teología de la Liberación—como la imagen más clara del concepto de Revolución Permanente. Simplificado, y lejos de la visión enteramente política, aunque impregnada de ella, el movimiento cósmico, artífice de la expansión del universo y la condensación de los gases en cuerpos celestes y –eones de por medio—la Humanidad toda, se materializa en el amor como acto supremo de unión y, por tanto, de condensación y reformulación de los cuerpos que, en unión, generan otra fuerza que crece y se mueve en armonía con el universo, que es representado, entre otras imágenes, como el poder de Dios.

            Visto desde esta perspectiva, el dinero y el capital se ven como fuerza implosiva, es decir, como un elemento de destrucción contrario al principio universal del movimiento. Los distintos pasajes que retratan a Wall Street y dan de los acuerdos sombríos que allí pudieran gestarse, además de la mención a la industria armamentista en algunos de los episodios bélicos que marcaron el último tercio del siglo XX, ilustran parte de este fundamento.

            En suma, el Cántico Cósmico resume parte del ideario sociopolítico, además de los principios teológicos que inquietaron a Cardenal durante toda su vida. Es en algo más de 400 páginas que el autor canaliza, sintetiza y ensaya su visión cosmogónica de la existencia, imbricando sus principios morales, políticos y religiosos, abarcando todos los niveles posibles sin que ello agote el texto. Antes, cada planteamiento es un puto de fuga desde el cual se pueden articular otros pensamientos y debates y, por qué no, otros “enfrentamientos” poéticos con la gran pregunta que subyace todo el Cántico: ¿cuál es nuestra razón de ser como Humanidad?

Escrito con motivo de los 100 años de su nacimiento, celebrados en Westchester University, en Pennsylvania.